lunes, 16 de noviembre de 2009

Antecedentes

Eran los últimos años de la década de los cincuentas y México estaba listo para dar el gran paso a la modernidad, el primer gran suburbio al estilo estadounidense que modificaría la vida de la metrópoli y la acercaría un paso más al progreso inminente. Proyectado por el arquitecto Mario Pani, Ciudad Satélite fue el suelo que vio nacer el primer autocinema, centro comercial y tienda de autoservicio. Una ventana al futuro, lugar para la clase trabajadora que deseaba vivir tranquilamente fuera de una ciudad que se convertía cada vez más en un caos exponencial.

Fracaso. La ambición de políticos e inmobiliarias obstruyo el desarrollo original de Satélite. Los espacios designados para diferentes actividades que volverían a la colonia autosuficiente, fueron adaptados para saciar la demanda inmobiliaria, zonas aledañas tuvieron un alza inmediata en los precios de los terrenos. La utopía fallida aún parecía un buen lugar para vivir.

Mi abuelo aparece en escena, pionero convencido de que la imitación de la urbanización norteamericana sería la solución a la ciudad. Se instaló en uno de los primeros circuitos apenas construidos en ese tiempo. Cincuenta años después, la búsqueda de ruinas y monumentos no es otra cosa que la creación de “recuerdos encubridores, construcciones que, de manera consciente o no, estamos elaborando continuamente y con los que construimos nuestro pasado individual.” (Memoria y Melancolía, Memoria y formas urbanas p.234)

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